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miércoles, 31 de julio de 2013

La manipulación de la opinión pública - Edward Bernays



La mayoría de los asuntos del saber popular son implantados científicamente en la conciencia pública mediante mil avisos publicitarios por día. Para ahorrar tiempo, me gustaría proporcionar un poco de antecedentes históricos sobre el manejo de la información en este país. Una vez que se ilustren los principios básicos de cómo surgió históricamente nuestro sistema actual de control mediático, el lector podrá ser más capaz de cuestionar cualquier noticia del día.



Si todo el mundo cree algo, probablemente sea falso. Llamamos a esto Saber Popular.

En “Confíe en nosotros, somos expertos” (2001), los autores Stauber y Rampton organizaron y ordenaron evidencia convincente describiendo la ciencia de la creación de la opinión pública en los Estados Unidos. Hallaron el origen de la influencia pública moderna a principios del siglo pasado, destacando el trabajo de personas como Edward L. Bernays, el Padre de la manipulación mediática.


De su propia increíble crónica “Propaganda” (1928), descubrimos cómo Edward L. Bernays tomó las ideas de su famoso tío Sigmund Freud, y las aplicó a la naciente ciencia de la persuasión de masas. La única diferencia fue que en lugar de usar estos principios para descubrir temas ocultos en el inconsciente humano, como lo hace la psicología freudiana, Bernays usó estas mismas ideas para disfrazar agendas y para crear ilusiones que engañan y distorsionan las cosas, con fines de marketing.


El padre de la manipulación




Bernays dominó la industria de las relaciones públicas hasta la década del '40, y fue una fuerza importante durante los siguientes cuarenta años (Tye). Durante todo ese tiempo, aceptó cientos de tareas distintas para crear una percepción pública sobre cierta idea o producto.

Algunos ejemplos: como un neófito con el Comité de Información Pública, uno de los primeros encargos de Bernays fue ayudar a venderle la Primera Guerra Mundial al público norteamericano, con la idea de “hacer que el mundo sea seguro para la democracia” (Ewen). Hemos visto esa frase en cada guerra y participación bélica de los EEUU desde entonces.

Algunos años más tarde, Bernays preparó un truco publicitario para popularizar la noción de que las mujeres fumaran cigarrillos. Al organizar el desfile de Pascuas de 1929 en New York, Bernays se mostró como alguien con quien contar. Organizó la Brigada de las Antorchas de la Libertad, en la que las sufragantes marcharon en el desfile fumando cigarrillos como un símbolo de la liberación femenina. Después de ese evento, las mujeres se han sentido seguras destruyendo sus propios pulmones en público, de la misma forma que siempre lo han hecho los hombres.

Bernays popularizó la idea del tocino en el desayuno. No era alguien que rechazara un desafío. Estableció la relación entre la industria tabacalera y la Asociación Médica Norteamericana, relación que duró casi 50 años. Le demostraron a todos que los cigarrillos eran beneficiosos para la salud. Simplemente mire los avisos de números viejos de Life, Look, o Time de los ´40 y ´50, en los que los médicos recomiendan tal o cual marca de cigarrillos para tener una digestión sana o lo que sea.



Durante las siguientes décadas, Bernays y sus colegas desarrollaron los principios a través de los cuales se podía influír y convencer a las personas mediante mensajes que se repiten una y otra vez, cientos de veces por semana. Cuando el poder económico de los medios se volvió evidente, otros países del mundo se apresuraron a seguir nuestro ejemplo.

Pero Bernays siguió siendo el modelo a seguir. Josef Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, estudió de cerca los principios de Edward Bernayscuando estaba desarrollando la popular lógica que utilizaría para convencer a los alemanes de que para purificar su raza tenían que matar a 6 millones de los impuros. (Stauber)

Humo y espejos



El trabajo de Bernays era reformular un asunto; crear una imagen deseada que haría que un producto o concepto pareciera favorable. Nunca se vio a sí mismo como un maestro del engaño, sino más bien como un benéfico servidor de la humanidad, quien brindaba un servicio valioso. Bernays descrbía al público como “un rebaño que necesitaba ser guiado”. Y esta mentalidad de rebaño hace que la gente sea “suceptible al liderazgo”. Bernays nunca se desvió de su axioma fundamental: “controlar a las masas sin que lo sepan”. Las mejores RRPP suceden cuando las personas no saben que están siendo manipuladas.

Así describe Stauber la lógica de Bernays:


“la ciencia de la manipulación de la opinión pública era necesaria para superar el caos y el conflicto en una sociedad democrática.” (“Confíe en nosotros, somos expertos”, pág. 42)
Estos primeros manipuladores de masas se presentaban como realizando un servicio moral para la humanidad en general. La democracia era demasiado buena para la gente; necesitaban que les dijeran que pensar, porque eran incapaces de pensar racionalmente por sí solos.

Aquí va un párrafo del libro de Bernays, “Propaganda”:


“Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder que gobierna nuestra país. Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar. Esto es un resultado lógico de la manera en que está organizada nuestra sociedad democrática. Grandes números de seres humanos deben cooperar de esta forma si quieren vivir juntos como una sociedad que funcione con fluídez. En casi cualquier acto de nuestras vidas, sea en la esfera de la política o de los negocios o en nuestra conducta social o en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la opinión pública".

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